Bueno pues, después de mi discurso de coaching en el post anterior sobre por qué sí tienes que renunciar, me voy a poner sincera y voy a contarles cómo lo hice yo. Claramente, yo no soy una experta en cómo renunciar porque, como ya he ido mencionando, siempre me dio miedo y sentía que me iba a desmayar de solo pensarlo. Con tal de evadir esa situación traumática me hubiese quedado donde no quería hasta jubilarme. Así que esta no es una guía de cómo renunciar pero sí un cuento de cómo lo hice yo, todos lo hacemos de diferentes maneras y bueno, con todo el miedo que le tenía a eso tengo que aceptar que tuve un par de huevos poco de valentía las 2 veces que renuncié.
La primera vez fue en 2015, tenía 5 años en la empresa donde había empezado desde practicante y donde crecí un montón, me habían dado tantas oportunidades para crecer que estaba muy feliz y nunca pensé en irme, pero como todo en esta vida, el amor se fue desvaneciendo después de un tiempo y tuvo su ciclo.
Era un trabajo en el mundo de la construcción que me permitió aprender todo en 360º, un mundo duro sobre todo por tener que tratar con gente un poco difícil del estilo antiguo para trabajar (que están en todos lados) y con una rutina fuerte por las mismas exigencias que tiene el sector. Entonces todo ahí no era tan color de rosa y en un momento, pasados 5 años, ya sentía que necesitaba irme.

Un día, que no me lo esperaba, estaba yo tranquila en mi sitio y vino Iris, la responsable de contratos:
“Hola Romi, te traigo la adenda de tu contrato porque vence a fin de mes ¿me la firmas?” (una adenda es una extensión a un contrato)
Yo me di la vuelta “sí, claro”, miré la adenda y reaccioné en un segundo: “Romina, no firmes, tu contrato va a vencer ni siquiera vas a tener que renunciar, cero problemas, cero trauma”.
Entonces le dije: “Déjamela y yo te la devuelvo más tarde firmada”, y más tarde le dije: “No la voy a firmar, pero no le digas a nadie.”
“¿Qué dices? ¿Pero tienes otra oferta de trabajo algo que mostrarme para hacer una contraoferta?” Me dijo mi jefe cuando fui a su oficina a renunciar, después de 2 días de llenarme de valor.
Yo: “no, me voy a mi casa, Ernesto” (cara de asustada porque no tenía ni una mentira preparada, dije la verdad).
Ernesto, alucinando como que “¿qué hablas?”, con él teníamos una muy buena relación y éramos bien amigos, y de hecho cualquiera hubiera reaccionado igual. Le dije “me tengo que ir, lo siento, necesito descansar y un cambio”.
Se cogió la cabeza un par de veces pero finalmente comprendió y me dijo ”bueno pues, qué vamos a hacer, si estás decidida te tendremos hasta fin de mes”.
Me acuerdo que comenzando el siguiente mes, justo después de ya dejar definitivamente de trabajar, fue el matrimonio de una amiga. Era mi primera presentación en sociedad como no empleada después de muchos años, era el 2015, cero normal. Tenía demasiado miedo y vergüenza de contarles a todos que había renunciado y que no tenía trabajo (no sé por qué tenía miedo), me encontré con amigos y a todos les decía “ah ¿el trabajo? todo bien, buenazo, increíble ¿y tú?”, no quería decirlo porque ya sabía que iba a tener que escuchar…
“¿Pero has renunciado sin tener otro trabajo? ¿Por qué haces eso? ¿No podías aguantar un poco más ahí? ¿Tan feo era? Ay yo te veía feliz” Y seguro que cada vez que me los encontrara después me iban a preguntar si ya tenía trabajo y qué horror decirles que todavía no, presión.
En el matrimonio, una amiga comentó en la mesa que ella quería renunciar porque no estaba feliz y otra le dijo: “Ay pero la solución tampoco es renunciar, tampoco tienes que escapar”, yo asustada reafirmé que mejor me quedaba calladita. Simplemente no quería oír comentarios que no quería oír y que me pudieran hacer sentir insegura de lo que estaba haciendo.
Pero después de esta primera renunciada yo sí estaba buscando otro trabajo, de hecho ‘como loca’. Estuve viajando y relajándome pero no dejaba de buscar opciones y postulaba todos los días. Por suerte, y por un montón de esfuerzo que puse, a los 4 meses ya estaba sentadita en mi nuevo trabajo, yo feliz y orgullosa de haber entrado a otra multinacional alucinante y esta vez en lo que más quería para ampliar mi experiencia; en consumo masivo.
Aquí tampoco pensé en renunciar jamás, pero si has seguido la novela “Romina, casos de la vida real”, por temas de papeles tenía que irme a España durante un par de meses y tenía que renunciar porque no existía la posibilidad de “vuelvo en 2 meses”. Al año de estar en esa empresa fue que tuve que dar el gran salto.
Si pensé que en construcción había experimentado todo el estrés posible, en este trabajo de consumo masivo me di cuenta que estaba totalmente equivocada y que lo peor estaba por venir. Fue una experiencia alucinante, me di cuenta de que me faltaba muchísimo por aprender y ahí lo estaba haciendo, pero con el nivel de estrés y exigencia también me di cuenta de que no eran las empresas, era el sistema, el modo de vida que todos habíamos aceptado y lo mismo pasaba en la mayoría de ellas. Igualmente, nunca había pensado en irme al menos hasta terminar el proyecto.

Mi jefe de ese momento vivía en Brasil y justo estaba en la oficina de Lima y era su último día antes de regresarse, no lo iba a ver dentro de 4 meses y me aterraba la posibilidad de renunciar por teléfono y no sonar lo suficientemente creíble y profesional. Por el miedo, yo ya había decidido internamente que no iba a decirle nada y que no renunciaba, me desmayaba de pensarlo, pero en el almuerzo ese día Claudia me dijo: «Hoy es tu última oportunidad, hazlo porque sino te arrepentirás». No me dijo nada más que la verdad, me aterroricé y esa tarde bien obediente temblando le pedí al brasileño hablar y le conté.
Se preocupó por el proyecto y le dio pena, pero a la vez lo tomó tan bien, pero tan bien, que se me quitó todo el estrés que tenía. A veces pensamos que las personas no nos van a entender pero ellos también son humanos, solo hay que hablar sin rodeos y ser honestos. Aparte tenía un poquito de suerte y ventaja ya que tenía una excusa bien justificada y eso también me hacía sentir segura.
Le dije que me iba en 3 meses, el tiempo suficiente para dejar bien entregado mi puesto a otra persona y sin que nadie me odie por no dejar todo en orden (ya saben que luego todo es la culpa del que se fue), y también tiempo suficiente para llegar a España en la fecha que tenía que estar. Luego, para continuar con mi renuncia y hacerla bien (ya estaba súper empoderada yo), me reuní con cada gerente de la oficina de Lima para contarles personalmente que me iba, como renuncia patronal desfilé todo el día siguiente por cada oficina.
Haber tenido un one-to-one con cada uno y contarles mis motivos lo hizo todo muy llevadero y me dio una confianza increíble. Todos me entendieron perfectamente y tuvieron la información de primera mano, y como había avisado con tiempo me apoyaron un montón en conseguirme el reemplazo y en dejarme ir tranquila. No faltaron comentarios de un toxic co-worker por ahí: “ay bueno, por un viaje te vas, cada uno tiene sus prioridades”, y yo pensaba: “pfff lo mejor es que no te voy a volver a ver, amigo”
Y bueno, las dos renuncias pasaron y lo bueno es que nadie se murió, nadie me odió, nada se derrumbó, la vida continuó. Comprobé que hay tantas vueltas que le damos a la cabeza y escenarios que imaginamos que nos impiden hacer cosas que nos harían cambiar, y que si no les hiciéramos caso y solo siguiéramos lo que queremos, estaríamos más felices. También comprobé que finalmente cuando te vas, aparte del aprendizaje profesional, te queda la gente maravillosa que conociste y que en muchos casos se convierten en amigos para siempre así ya no estén en la misma empresa trabajando.
¿Qué hubiera pasado si no hubiera renunciado y hubiera seguido hasta donde el viento me llevara? O peor, ¿se imaginan dejar de cumplir tus sueños y luego la empresa te bote/eche como paquete un día? Nunca me pasó pero en las empresas solo somos ‘números’ y en cuanto no nos necesiten ‘adiós’, y puede pasar en cualquier momento: patada en el **** como dicen. Nada es seguro en esta vida así que no te desvivas por nada ni nadie que no haría lo mismo por ti.
Y bueno, si no hubiera renunciado claramente no estaría aquí escribiendo esto, no hubiera descubierto otras pasiones y no estaría viajando por el mundo mientras trabajo desde mi laptop.
Y a ustedes, ¿qué les impide renunciar o qué miedos tenían antes de? ¡Compartan!
(¡Gracias gracias por leer de nuevo! Si tienen algo que agregar o si les gustó pueden dejar un comentario 🙂 … y se vienen más posts)
Edu
27 Ene 2020Romina , un gusto saludarte y fui también uno de los tantos compañeros que algún momento te cruzaste, pero bueno ante todo felicitaciones y muy buen post que nos ayuda a verificar muchas cosas. Aquí también me llama mucho la atención el tema pero mi consulta sería si se puede ver la perspectiva qué pasa para algunas personas que tengan un compromiso financiero o familiar que lamentablemente como dicen “no se pueden dar el lujo de renunciar” y que hacen que sigan y sigan y sigan hasta más no poder.
Romina
28 Ene 2020¡Hola Edu! Qué bueno oír de ti, claro que sí tengo muy buenos recuerdos de cuando trabajamos juntos en la mina 🙂 Muy buena consulta, con todo y el compromiso financiero o familiar puedes hacerlo, no será de un día para otro, pero con un plan de ahorro con compromiso y una meta: tu proyecto en marcha o ese nuevo trabajo, se puede lograr. Tener una responsabilidad financiera o familiar no quiere decir que le digas adiós a tu sueños ni que tengas que soportar un trabajo que odias o que no llena tu vida. Va a tomar más tiempo pero no es imposible, no sé si has leído mi post https://mereinvento.com/2020/01/23/tienes-que-renunciar/, en los comentarios dos amigos que renunciaron a sus trabajos hace un tiempo (ya emprendedores veteranos), han escrito consejos para poder hacerlo paulatinamente sin renunciar de un día para otro, ¡te recomiendo leerlos! De todas maneras voy a ahondar en este tema para poder escribir un post con consejos para estos casos ¡Gracias por leerme y escribirme! Y mis puertas siempre están abiertas para cualquier cosa, y solo recuerda que «solo se vive una vez» 🙂
Eduardo
4 Feb 2020Gracias Romina excelente consejo y para delante en todos los proyectos !!
Manu Lefèvre
27 Ene 2020Estás haciendo un buen trabajo Romina. Sabes que el 90% de la gente mayor, a la hora de morirse, se arrepienten de todo lo que no han hecho. Tu blog está aquí para que esta cifra baje.
Romina
28 Ene 2020¡Gracias por tus palabras y apoyo, Manu! ? Lo que escribes es algo muy cierto, no podemos vivir llenos de «qué hubiese pasado si…». A ver si más locos que quieren ser felices se nos unen ?
Jonathan
28 Ene 2020Hola romina, tu post es para gente con hue… El que no arriesga no gana así de sencillo,PRG!!!
Romina
29 Ene 2020¡Hola Jonathan! Gracias por leer 🙂 Claro que sí, hay que arriesgar con todo para avanzar ¡arriba la gente PRG! 😀